India, flor de loto

No estaba en mi cama, las sábanas tenían un tacto muy agradable y el colchón, me envolvía un poco más. En la habitación olía a flor de loto, nunca había olido está flor antes.

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Sentí un agradable calor en el rostro, eran los primeros rayos de sol de la mañana, la noche anterior, había decidido dejar la cortina abierta de par en par, para poder disfrutar nada más levantarme, de las preciosas vistas que la noche no me había permitido apreciar.

Abrí los ojos, sin duda era un hotel muy lujoso, de estilo colonial, bajo el enorme ventanal, un escritorio de madera de roble robusto acompañado de un sillón de piel (parecía cómodo). La maleta abierta en medio de la habitación, rompía aquella estampa. Bueno, no importaba, ¡era muy tarde cuando llegue!

Me senté al borde de la cama, el suelo no estaba frío, era de madera… Me acerqué a la ventana, el hotel recordaba el aspecto que un día pudieron tener los Jardines Colgantes de Babilonia. La entrada del patio estaba llena de fuentes que brotaban hacia el cielo y el área de la piscina contaba con jardines bien cuidados,

todo bajo una arquitectura de estilo mogol.

A lo lejos se alzaba el icono de la india, el símbolo de amor, el majestuoso Taj Mahal.

Sí, por fin estaba en la ciudad de Agra, India

Raquel de la Cruz septiembre 2017

 

¿Me llamo Raquel y me encantaría acompañarte, ¿Te vienes?