Senegal, la tierra de teranga

La palabra teranga en wolof significa “hospitalidad” el país se siente orgulloso de tener como sobrenombre “la tierra de teranga”…

La capital, Dakar, ubicada en el extremo de la península, es una embriagadora introducción al país, donde el caos de los atascos convive con los vibrantes mercados.
La Isla de Gorea, la de las conchas o la reserva de Bandia son algunas de las visitas que abrirán boca a esta degustación de cultura senegalesa.
 
Después de dejar atrás la capital, nos dirigimos hacia País Bassari, una tierra de agricultura y etnias, donde tobab cadeau ,(blanco regalo)es la frase que los niños acompañan con una sonrisa y la mano abierta.
Una carretera larga y monótona cruza el país, donde el sueño no es buen compañero, coches destartalados, camiones averiados o volcados eran demasiado habituales;
Puestos en la carretera de frutas de temporada plátano, sandía, cacahuete anacardo… Hacían que la carretera se convirtiera en un piscolabis.
Saliendo de esta carretera, sus pistas de tierra roja y polvorienta, con grandes baches nos llevaban a descubrir poblados con apenas recursos, su mayor regalo un pozo para tener agua, o una bomba para facilitar el trabajo.
La paciencia es algo que debería acompañarnos en cada viaje, pero en África no hay prisa, ellos dicen «la prisa mata».
Su dieta basada en arroz, mijo, pescado, cebú o pollo, con salsas picantes.
Es habitual recoger a gente haciendo autostop, no todos pueden permitirse un vehículo y las distancias son largas para poder moverse.
Vacas, burros, cabras son algunas pinceladas de sus calles sin asfalto.
Son coquetos, les gustan las cosas nuevas, así que si ves las motos con los plásticos, gafas de sol o bolsos con las etiquetas no te asombres.
Un país rico, pero sin explotación, hace que el día a día, y tener lo justo para comer y vestir sea suficiente.