Me senté al borde de la cama, el suelo no estaba frío, era de madera…
Me acerqué a la ventana, el hotel recordaba el aspecto que un día pudieron tener los Jardines Colgantes de Babilonia…

Soñábamos con perdernos por el zoco de Estambul, oler las especias en el mercado, probar los dulces baklava, ver los globos en el amanecer de Capadocia, apreciar la milenaria historia de Santa Sofía.
Sabíamos que nos iba a encantar, no que nos ibamos a enamorar de Turquía.

La palabra teranga en wolof significa “hospitalidad” y Senegal se siente orgulloso de tener como sobrenombre “la tierra de teranga”…

Pasear por las calles empedradas esperando ver alguna Geisha. Descubrir el ritual para cruzar la puerta Torii, o purificar tu cuerpo antes de entrar en un templo sintoísta.

Estaba apunto de anochecer, seguíamos pedaleando, mientras visitábamos Ayuttaya, algunos agradecieron hacer la visita en carrito de mini golf.
Las ruinas brillaban con el contraste del sol, y el tono ennegrecido que le daba la humedad.
Las risas que nos echamos mientras silbábamos la canción de verano azul.